La testigo ucraniana: «La policía me convencía de que era la víctima, yo dije que nadie me obligaba»
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Ignacio Allende Fernández, alias ‘Torbe’, permanece en prisión desde el pasado 28 de abril acusado de cometer presuntos delitos de trata de seres humanos con fines de explotación sexual, abusos sexuales o pornografía infantil. Las acusaciones se sostienen principalmente en las declaraciones de varias ex trabajadoras de ‘Torbe’, que se han convertido en testigos protegidas en la causa.
Precisamente un nuevo testimonio de una de estas testigos protegidas podría dar un giro de 180 grados a la investigación. OKDIARIO ha tenido acceso a una declaración jurada ante notario de la testigo ucraniana protegida, denominada «TP10». Dicha declaración fue realizada en Kiev el pasado 31 de mayo y ha sido aportada recientemente al caso por la defensa del socio ucraniano de ‘Torbe’, Boris Malynovskyi, conocido como «Boris» y que también se encuentra en prisión.
El testimonio de «TP10» sustentaba en gran parte la acusación de «trata de seres humanos con fines de explotación sexual», ya que era la única mujer extranjera en la causa que supuestamente habría sido «víctima» del director porno. En la nueva declaración de esta joven, relata como acudió a Madrid en abril de este año para rodar unos «vídeos de carácter pornográfico según el contrato firmado con la empresa ‘Perroflauta Producciones’», perteneciente a ‘Torbe’.
Asegura que antes de viajar «sabía que era para participar» en un bukkake, donde «un grupo de hombres tiene que eyacular sobre la cara. «Siendo mayor de edad», añade, «lo acepté». Afirma que le han pagado «los honorarios correspondientes según lo pactado» y que en ningún momento estaba «obligada» a participar en el vídeo.
La testigo protegida ucraniana también recuerda cuando la policía irrumpió el pasado 26 de abril en las oficinas de ‘Torbe’, donde ella se alojaba durante los días del rodaje. «TP10» afirma que los agentes le «convencían» de que ella era la «víctima» y que estaba en ese local contra su «voluntad». Sin embargo, según la joven, ella les manifestó ante una intérprete en varias ocasiones que estaba allí «por su propia voluntad» y «que nadie le obligaba». Posteriormente, asegura que la policía le hizo «firmar unos documentos», sin saber lo que estaba escrito, y que no le entregaron «copia» de los mismos.
Por último, señala que no está segura de que la intérprete hiciera una «correcta traducción» y que no conocía a Boris Malynovskyy, el socio ucraniano de ‘Torbe’ para rodar los bukkakes. Termina el escrito poniéndose a disposición de los tribunales españoles y afirmando que puede «repetir su declaración» ante el titular del Juzgado de Instrucción nº 29 de Madrid, Pedro Antonio Domínguez Morales, instructor del caso ‘Torbe’.
6.000 euros por 3 bukkakes
La testigo protegida ucraniana ya había declarado ante la policía el pasado mes de abril, tras la detención del director de cine para adultos. En dicha declaración, a la que ha tenido acceso este diario, reconocía haber firmado un «contrato» en inglés y español con la productora de ‘Torbe’ para realizar 3 bukkakes, a razón de 2.000 euros por cada uno de ellos. A llegar a Madrid, cobró los primeros 500 euros.
«TP10» se alojó en las oficinas de ‘Torbe’ y fue recibida por una de sus trabajadoras, Liudmyla, que también se encuentra en prisión. Esta empleada no le entregó en la primera noche un juego de llaves por no disponer del mismo y le cerró la puerta por motivos de seguridad. No obstante, la joven disponía de un teléfono móvil por si necesitaba algo.
Cuando al día siguiente Liudmyla le explicó los detalles del rodaje del bukkake, la ucraniana puntualizó que ella quería hacer las «felaciones» sólo a los «hombres más guapos» y firmó el contrato. Tras participar en el primer rodaje, la joven dijo haberse sentido humillada y rechazó participar en las otras dos escenas planificadas en los días siguientes. Fue entonces, cuando la empleada de ‘Torbe’ le dijo que podía quedarse en las oficinas hasta que llegara el día de vuelta de su billete.
Durante esos días, «TP10» entró y salió de dichas oficinas ubicadas en el centro de Madrid, dando paseos tranquilamente por las calles de la capital, hasta que se produjo el registro policial.